Cada vez es más difícil el “conllevar” orteguiano del problema catalán.
Los independentistas se sienten más fuertes que nunca gracias al poder de sus votos para sostener a un socialista claudicante que está aceptando lo inaceptable.
Ahora han colocado a un desquiciado, con una paga de 145.000 euros, para que ejerza de activista provocador y sirva como guía a una masa fanatizada que no distingue la realidad de la quimera.
Ya preparan los numeritos del 11-S y del 1-0 para seguir alimentando el proceso.
Es hora de responder de un modo contundente, racional; sólo hay que hacerles ver que tienen en frente al Estado, o sea, la máxima estructura institucional de un país y no pueden seguir provocándolo insistente y gratuitamente. Basta con aplicar la ley.
A punto de cumplir los cien días tópicos, el rasgo más sobresaliente de este gobierno son los patinazos-bandazos que está dando y las autocorrecciones pertinentes.
Uno de los más sonoros iba a ser abandonar a su propia suerte al juez Llarena ante la demanda que ha presentado contra él en Bélgica el botarate Puigdemont.
Las masivas reacciones en contra y la decisiva intervención de un jurista cabal y con sentido del Estado como es Cándido Conde-Pumpido, exfiscal general y magistrado del Constitucional, han motivado la rectificación gubernamental.
No obstante, la ministra de Justicia, haciendo gala de un cinismo desacostumbrado, afirma solemne que el gobierno no ha modificado su postura inicial. Hay formas más serias de gobernar.
Los movimientos migratorios son un gran problema con visos de crecer y seguir debilitando a la UE.
No parece que la actitud del gobierno español esté siendo inteligente y adecuada; vemos más bien frivolidad en algunas decisiones y el negativo efecto llamada como consecuencia. Las mafias ya saben cuál es el punto más vulnerable para colocar su “carga” humana.
Un tema sobre el que nadie se pronuncia es el perfil y la motivación de los inmigrantes. El comportamiento de muchos de ellos está lejos del pobrecito buenísimo que tiene que conmovernos. Empiezan a ser provocadores, agresivos y oportunistas, seguros de la buena acogida.
Es hora de abordar racionalmente el problema desde ámbitos supranacio nales. Sus demandas no pueden aumentar indefinidamente ni ser atendidas en su totalidad.
Proust anduvo en busca del tiempo perdido. Cafrune compuso y cantó en “Chiquillada” una hermosa evocación de su infancia. García Márquez nos dice en su autobiografía que la vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda.
Y entre nosotros, en la segunda página de La Opinión, José Quiñonero elige palabras ya en desuso y, definiéndolas, reconstruye la época y el contexto en que se utilizaban. Lo hace maravillosamente, con prosa poética y unos toques de nostalgia e ironía (pronto se publicará su “Diccionario” porque estas reflexiones no se pueden perder).
Todos pretenden atrapar la realidad vivida, expresarla con palabras y recuperar el pasado lamentando la irreversibilidad del tiempo.
Frente a esto, la zafia banalidad de quienes pululan por las redes contándonos su presente, sus simplezas.
Dice el refrán que salta donde menos lo esperas. No era fácil pensar que la Filosofía iba a ser reivindicada desde los despachos de Silicon Valley, donde habitan entre big data y algoritmos esos jóvenes creativos que diseñan plataformas y aplicaciones que acaban vampirizándonos, empobreciéndonos.
Buscan a filósofos que den sentido global a sus hallazgos parciales, que construyan el rompecabezas con las piezas que ponen ellos, mentes capaces de anteponer la reflexión a la acción, porque no basta con que algo pueda hacerse para que deba ser hecho, que aporten un componente ético (la Ética es la parte de la Filosofía que reflexiona sobre la moralidad de nuestra conducta)
Bienvenida sea esa búsqueda de la Filosofía que siempre será beneficiosa. Por aquí, castigándola y rebajándola en los planes de estudios.
Se puede entender que dentro de la compleja estructura del Estado surjan zonas opacas que intentan defenderlo a costa de bordear la ley. No es bueno ni deseable pero ocurre y ya Maquiavelo mencionaba la “razón de Estado”.
Dentro de los seres miserables que habitan las cloacas las peores ratas son las que proceden de los Cuerpos de Seguridad y utilizan la información obtenida en beneficio propio, por puro afán de lucro.
Y entre ellos destaca por deméritos propios el excomisario Villarejo que creó una red de corrupción y está en prisión por diferentes delitos. Su arma favorita es el chantaje y ahora lo practica al máximo nivel comprometiendo
la jefatura del Estado para “dulcificar” su situación hasta donde sea posible. Ojalá le salga mal.
La reciente victoria de Casado en las primarias del PP ha provocado muchas reacciones en políticos y tertulianos queriendo fijarle su espacio ideológico. La mayoría coincide en pensar que encarna el sector más conservador y acentuará el carácter derechista del partido. (El muñeco diabólico, en sus biliares comparecencias, mete a CS y PP en la extrema derecha).
El propio Casado habla de transversalidad, que es un concepto en alza, sobre todo desde el triunfo de Macron, pero no logra convencer; su reivindicación de Aznar como maestro tampoco ayuda mucho.
Seguro que no caminará hacia VOX sino hacia CS, sabedor de que ha de ocupar el centro derecha.
En las próximas generales crecerá el bipartidismo que, a fin de cuentas, dibujó un mapa más tranquilo y eficaz que el actual.
Valga el sustantivo como expresión de asombro, del que produce leer: “El imperio está desplegando estrategias criminales contra el Gobierno del hermano Daniel Ortega”, firmado por Nicolás Maduro y Evo Morales.
Ese “hermano” masacra cobardemente en Nicaragua a su pueblo por pedir libertad y elecciones. El “imperio” de ser muy amplio porque el resto del mundo se ha manifestado en contra de este impresentable sátrapa.
¿Cómo puede este par de cretinos expresarse a esta altura con esa trasnochada retórica? ¿Cuentan también con el apoyo de la progresía internacional de salón?
Otro triste ejemplo de la espiral de maldad y crimen en la que entran estos sedicentes libertadores que acaban siendo peores que aquellos a los que combatían. No estaría mal una reacción más efectiva contra estos desalmados tiranos.
Es el nuevo nombre de Pedro Sánchez porque encarna como nadie aquello de “donde dije digo, digo Diego”, suspende la prueba de la hemeroteca.
Iba a convocar elecciones, ahora agotará la legislatura; dinamitaría la reforma laboral, pero advierte que carece de mayoría suficiente; cambiaría los criterios de financiación autonómica, pero no puede incomodar a sus socios nacionalistas; silencio absoluto sobre los nombres de quienes se acogieron a la amnistía fiscal que amenazó con desvelar; la plural e independiente RTVE que postulaba ha quedado en un vergonzante y secreto paco con Podemos, afortunadamente abortado; la selectiva subida de impuestos repercutirá en todos nosotros; las medidas para abaratar el alquiler lo encarecerán; en la denostada LOMCE apenas un par de retoques…
En un gobernante serio el pensamiento siempre debe preceder a la palabra.
Un buen mes para acabar con la huella del dictador. Desde la prudencia con ánimo de hacer justicia histórica y no desde la demagogia para contentar a Podemos, habría sido fácil reunirse con la familia, comunicarles la firme decisión de resolver el tema e invitarlos a que estuviesen presentes en el anuncio de la exhumación y el traslado de sus restos al panteón del Pardo.
De paso, negociar la compra del pazo de Meirás por la mitad de lo que piden. El destino del nefando Valle de los Caídos será fácil fijarlo de acuerdo con los demás partidos.
Pero tal y como se actúa sólo se logra enquistar el problema y provocar la indeseable reacción del fanatismo que levanta el brazo.
¿Has sido tú también el asesor, Iván?
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