Elaborar las candidaturas que han de ser votadas por los ciudadanos es una de las tareas más complicadas de un partido político; incluir en ellas a personas independientes tiene partidarios y detractores. Yo he estado entre los primeros desde 1979 y por eso ahora me alegra comprobar cómo se incluye a lo que se llama “personalidades de reconocido prestigio” en las listas autonómicas de Madrid (Gabilondo), Valencia (Fernando Delgado) o de algunos ayuntamientos.
Pero no puedo evitar pensar que me gustaría más que estuvieran ya dentro, que no hubiera que buscarlos fuera. Los partidos estarían mejor valorados, crecerían las afiliaciones y se cerraría así un círculo virtuoso.