“Pedro, Pedro, sobre esta piedra no edificaré el futuro del PSOE”. Es la frase que ha oído en sueños Pedro Sánchez mientras dormitaba en Ferraz; pero-ya se sabe- los sueños tienen carácter premonitorio.
Ha demostrado que no maneja el sentido del “tiempo adecuado para cada cosa”, personaliza demasiado. La noche del 20-D, con el peor resultado de la historia del partido, se proclama vencedor y candidato a la reelección en un congreso que pretende retrasar. Una gigantesca torpeza. Cuando los barones templan gaitas y modulan el mensaje de un posible pacto con Podemos, él los corrige y se presenta como diseñador de estrategias.
Ese día firmó su sentencia y si se mantiene es porque estamos en un momento endemoniadamente difícil y el PSOE es imprescindible para el interés nacional.
Al andar, decía el bueno de D. Antonio. En España, desde las últimas elecciones municipales, estamos observando que cuando la estupidez se pone en marcha su recorrido es ilimitado.
Aparecen una Reina Maga junto a los otros dos reyes (así conquistan la igualdad entre sexos), los niños recogecolillas de Madrid (así se limpia una ciudad sucísima) o el veto al Rey en Navarra para asistir a un acto.
Que haya cretinos ocupando cargos públicos no es nuevo ni grave, el auténtico problema es que mucha gente los vota y alimenta y un partido serio los apoya y los sustenta.
El único diagnóstico posible es que este país está necesitado de un gigantesco proceso de reflexión.
Llevo dos meses sin dar clase y no me siento mejor que cuando las daba, aún padezco cierto síndrome de abstinencia y me sigo considerando un jubilado por “imperativo legal” que no siente júbilo alguno.
En plena campaña electoral el presidente del gobierno y candidato del PP lanza una promesa que pretende prolongar la vida activa de un trabajador incentivando económicamente el retraso de la jubilación. Pero aquí en Murcia sus lacayos decidieron cambiar la ley- que permitía seguir voluntariamente hasta los 70- y quitarnos de en medio a profesores y médicos a los 65 con el ridículo pretexto de luchar contra el déficit en la Comunidad más deficitaria. Todo un ejemplo de coherencia política.
Sus arbitrarias decisiones pueden causar serios perjuicios.
Rodríguez Zapatero se está mostrando platónico- seguramente sin saberlo- como indica su profunda convicción de que todo se soluciona a través del diálogo.
Primero fue partidario de aquella propuesta tan utópica como ingenua de la alianza de civilizaciones (la palabra frente al AK-47) y ahora ha estado en Venezuela pidiendo paz y amor, invitado por un gobierno que encarcela y ordena asesinar a sus oponentes. Sabiendo que Felipe González, también exsecretario del PSOE y expresidente, fue expulsado porque su denuncia incomodaba al autócrata Maduro, no tiene inconveniente en asistir como observador. ¿Alguien sensato haría una cosa así?
No parece que ande sobrado de entendederas y hasta podría pensarse que es, simplemente, tonto.
El final de la campaña electoral ha hecho que pase casi desapercibido el caso de Gómez de la Serna, diputado popular por Segovia y uno de los clásicos del partido. Él y un embajador hacían negocios de intermediación para empresas españolas en otros países cobrando suculentas comisiones.
Se justifica afirmando que su actuación era legal pero no añade que también era inmoral, antiestética e impropia de un cargo público.
Le piden que abandone pero permanece atrincherado y parece que se dispone a coger su acta el día 13 de Enero.
En aras de la regeneración democrática el PP debe expulsarlo del partido, sin medias tintas. Desconectado de las esferas del poder le resultará más difícil realizar esos lucrativos negocios.
Celebras primarias, eliges a un secretario general que selecciona a su ejecutiva y les otorgas un poder casi absoluto, sin filtros que lo atemperen. Así, puede ocurrir que, recién conocidos los resultados de unas elecciones importantísimas, aparezca un secretario de organización, joven promesa de los nuevos socialistas y marque las líneas de actuación del partido, sin esperar al pronunciamiento de la Comisión ejecutiva o del Comité federal, que era lo que se hacía cuando el PSOE obtenía mejores resultados y gobernaba España con amplio respaldo.
Yo creo que esas posiciones deben fijarse en un órgano colegiado; también la confección de las candidaturas y seguramente no se habría presentado la de Madrid, que ha sido un desastre.
Analizar los resultados electorales y las posibles combinaciones para formar un gobierno con cierta estabilidad se convierte en tarea inacabable por las muchas singularidades que presenta.
Es evidente que reflejan una voluntad de cambiar el panorama tradicional que mostraba a los dos grandes partidos alternándose en el poder. A partir de ahí todo es confuso.
Un gobierno en torno al PP y posibles abstenciones es demasiado precario; en torno al PSOE con socios variopintos sería demasiado heterogéneo y en dirección contraria a los retos que nos esperan: independentismo, déficit, creación de empleo…
La solución más racional y eficaz es la coalición PP-PSOE, aceptando los populares cambios sustanciales en su acción de gobierno desde la perspectiva socialista. Eso es una alianza: cesiones y aceptaciones recíprocas entre dos fuerzas políticas.
El panorama que se dibuja a partir del Domingo es complejo e intrincado.
Parecía que el tetrapartidismo iba a anular la capacidad de chantaje de los partidos nacionalistas pero los resultados vuelven a convertirlos en el “fiel de la balanza” apoyando al bloque de derechas(PP-C,S) o al de izquierdas(PSOE-PODEMOS) para formar gobierno. Eso da ventaja al Psoe, aunque en condiciones terribles que pronto le pasarían factura.
En un país serio, actuando racionalmente desde el “velo de la ignorancia” de Rawls, sería el momento de la gran coalición PP-PSOE, un gobierno sólido que abra una legislatura constituyente para las necesarias reformas y los importantes retos que nos esperan.
Pero vivimos donde vivimos, somos lo que somos, y ese camino no se recorrerá.
Con el nuevo panorama de tetrapartido – dos clásicos y dos emergentes- y unas encuestas coincidentes en sus pronósticos, el interés ha pasado a centrarse en los posibles acuerdos para formar un gobierno estable, por encima de los propios resultados del 20D. A los candidatos se les pregunta por sus preferencias para formar parejas o tríos antes que por los programas electorales. Las respuestas son necesaria y lógicamente ambiguas porque esa incógnita sólo podrá despejarse cuando se vacíen las urnas y se hará desde la posición que se ocupe y el porcentaje obtenido.
Sea cual sea la combinación resultante, el Congreso estará más fragmentado que nunca y está por ver si no añoraremos el denostado bipartidismo.
Afortunadamente la democracia está consolidada en España. Llevamos un tramo histórico igual al de la dictadura franquista. Con el paso del tiempo hemos ido modificando algunas cosas como, por ejemplo, las campañas electorales. Antes eran de caravanas, megafonía y carteles, siendo el acto central los mítines que activaban a la militancia, a los partidos, aunque sólo acudieran los “predispuestos”.
Hoy todo se fía a los medios de comunicación, las redes sociales y el tema estrella es el debate televisado con sus controversias posteriores.
Por el contrario, hay temas que deberíamos cambiar pero no lo hacemos; uno de ellos es la ley electoral para que refleje mejor la conexión elector-elegible. Distritos unipersonales y listas abiertas no estarían mal para empezar.
El Blog pretende ser un espacio abierto a la reflexión interactiva, propiciar un intercambio de puntos de vista, de valoraciones. La temática es abierta, pluridisciplinar y combina microartículos (en torno a 100 palabras) con otros más extensos.