En el ámbito político no se puede llamar hijo de puta a nadie, por más que sea una expresión muy común y presente en nuestra mejor literatura.
Lo que ocurre es que Dª Margarita no goza de muchas simpatías entre la militancia socialista; ella prefiere ignorarlo y sigue dando lecciones sin afiliarse. De ahí que se le calentara la boca a un diputado.
A esta mujer, mejor que insultarla es describirla, analizar su trayectoria desde la Secretaría de Estado de Interior en 1994 hasta el Consejo del Poder Judicial-donde creó un lobby que efectuaba los nombramientos-pasando por el Supremo, donde no ha dejado un grato recuerdo.
Siempre hipercrítica, jueza estrella con aires de dama de hierro, generadora de conflictos y con una marcada tendencia a mandar desde la sombra.
La Historia no se repite pero sí muestra acontecimientos similares a lo largo del tiempo. Uno es el cesarismo, la tendencia a concentrar el poder en una persona removiendo los obstáculos que lo impiden.
Pedro Sánchez tuvo su “veni, vidi, vici” pero venció con ayudas que luego despreció; ha cruzado su “rubicón” y emprende una guerra civil para la que todo le sirve; aspira a ser aclamado por unas engañadas bases y debilitar la estructura tradicional del partido; creó una formación paralela con sede propia para aumentar la afiliación y tiene una financiación poco transparente.
Ya sabemos cómo acabó Julio César. Lo mejor que le puede ocurrir a Sánchez es salir derrotado en los idus de Mayo porque será beneficioso para el gran partido que es el PSOE.
Se llama efecto bumerán al resultado de una acción que se vuelve contra su autor, a la crítica que refuerza al criticado. Es una metáfora adecuada para describir lo que ocurre con Podemos.
Desde que aparecieron en la europeas de 2014 lo que se va sabiendo de ellos es más bien negativo. No hay programa serio, no hay trabajo parlamentario, en los ayuntamientos hacen una gestión desastrosa y los comportamientos de sus líderes dejan mucho que desear. Lo último ha sido apoyar a la casta gremial de los estibadores y el viaje del macho alfa con su nueva compañera a Berlín en un hotel de lujo para “hundir el imperio burgués” en una pancarta.
Pues con todo eso-y mucho más-sus cinco millones de simpatizantes ni se inmutan.
En Zaragoza las elecciones municipales de 2015 posibilitaron una conjunción letal. La marca de Podemos quedó en segundo lugar pero con el apoyo del PSOE logró el gobierno municipal (otro de los errores de Pedro Sánchez por los que el electorado pasa factura).
Así, conocimos a un alcalde-otro más- de los que creen que gestionar lo público es hacer gestos y tener ocurrencias que les parecen graciosas.
La última ha sido prohibir a los bomberos que celebrasen en su cuartel una misa para honrar a sus muertos en el día de su patrón.
Se entiende que él no quisiera asistir o darle carácter oficial pero prohibir algo a lo que se acude voluntariamente no parece democrático ni razonable. Casi suena a un integrismo peor que el religioso.
Vaya imagen la que, una vez más, proyectamos desde la región de Murcia.
En primer lugar el culebrón político. Quien debería irse no se va ni con agua caliente, los que pueden echarlo marean la perdiz, hacen propuestas imposibles y el más listo ha propuesto un gobierno de quita y pon que dure seis meses (sería una gestión gloriosa llena de ceses y nombramientos interinos).
Luego está la enorme relevancia pública de ese personaje llamado Cassandra, siniestra y necrófila que no ha resuelto su desajuste psicosomático y derrocha odio deseando muertes por doquier para contarlo en twitter. Ahora se enriquecerá y será candidata de Podemos, cosa que agradecerán los potenciales padres de alumnos suyos.
Y como guinda aparecen tres desgraciados pedófilos, unos canallas que nunca tendrán el castigo que merecen.
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