No invitar al rey Juan Carlos al acto conmemorativo de las primeras elecciones democráticas ha sido una estupidez, una falta de sensibilidad que ninguna razón protocolaria puede justificar. Se entiende que su hijo quiera marcar distancias para ir forjándose su propia imagen pero esta vez se ha equivocado.
Por lo demás, el rey ha hecho un discurso ajustado a la circunstancia. La prueba de que ha estado bien es que ha sentado mal a Podemos y a los independentistas. Allí estaban el tonto de la flor, el del cartel y el de la camiseta, sabedores de que los medios, con su aguda inteligencia, nos mostrarían sus monadas.
Vivimos un momento crucial y algunos podrían aprender de aquel espíritu que hizo posible la Transición y calmarse.
Uno de los tres principios de la lógica aristotélica es el de no contradicción: “Una cosa y su contraria no pueden ser verdad a la vez y en el mismo sentido.
Sánchez dice estar con la Constitución cuyo artículo dos consagra la “indisoluble unidad de la nación española… y las nacionalidades que la integran” pero él proclama una España plurinacional y federal, aunque ambas son difícilmente compatibles.
También habló de formar una ejecutiva equilibrada, con miembros de los otros sectores y actúa como Iglesias con los errejonistas.
Querer contentar a nacionalistas (así empezó Zapatero) y a populistas no es suficiente para ampliar un espacio electoral ,incluso puede reducirlo.
Desde luego está muy lejos de ser el Macron español, un líder convincente.
Empezaré por el final: el PSOE no merece haber caído en manos de un desaprensivo ambicioso como este. Dejó dicho el honorable Tarradellas que en política se puede hacer todo menos el ridículo.
En su alocada carrera por recuperar el 40% del voto podemita le sirve todo.
Ya debutó en 2014 rompiendo un compromiso adquirido con los socialistas europeos y ahora vuelve a hacerlo con un tratado sobre libre comercio.
Está claro que lo suyo es el “no es no”, que avanza a base de negaciones y decisiones que no provienen de órganos del partido, las impone humillando a unos parlamentarios conscientes de que quienes no sean lacayos fieles serán laminados en las próximas listas.
Podría presumir de haber escrito hace mucho tiempo sobre el comportamiento de la jueza Ayala y haber acertado. Pero no tiene mérito. Siempre me pareció que instruía lenta e intencionadamente, con un claro sesgo político y de cara a la galería. Me producía rechazo aquella esfinge de larga melena e inseparable carrito donde guardaba su tendenciosidad, sus posados aparecían a diario en los informativos.
Con la sentencia sobre el caso Mercasevilla acaba de sufrir un varapalo descomunal y ya antes le habían corregido algunas desviaciones.
Ahora sería interesante saber si dice algo; conocer la opinión de quienes la jaleaban como heroína y, sobre todo, ver cómo se puede resarcir a los damnificados por su terquedad que fueron acusados sin ningún fundamento.
Tengo tres hermosas higueras. La más nueva es un clon de la de Miguel Hernández en su casa de Orihuela, la más vieja es la única que cumple la doble función de dar las brevas por San Juan y los higos a partir de Julio.
Así ocurría hasta ahora porque este año no tiene esas brevas gordas, dulces, riquísimas. Me asegura un vecino que el problema es general, que por esta zona no queda ni una en los árboles. Naturalmente nadie tiene una explicación razonable y sería bueno conocer las causas de este curioso fenómeno.
Al menos los olivos son más flexibles: si un año se cargan mucho, el siguiente producen poco. Pero las higueras son más drásticas: o todo o nada. Mal empieza el verano.
Siempre he dicho que cada uno debe vivir su orientación sexual libremente, sin más límites que la mayoría de edad y el acuerdo entre las partes.
Nuestra religiosa cultura machista defendía exclusivamente la heterosexualidad y condenaba todo lo demás. Ahora asistimos a una reacción pendular con la exaltación de la homosexualidad. Y vienen esos grotescos desfiles con atuendos travestidos, tangas, cuero sado-maso, poses y gestos provocadores (véase la foto de portada de La Opinión del Domingo).
Si con estas conductas pretenden mostrarnos lo mejor de sí mismos pocos amigos van a encontrar en el camino. No sé qué clase de orgullo se puede sentir por este tipo de exhibiciones, más bien creo que los homosexuales serios se sienten avergonzados y poco representados.
Si por alguna extraña razón necesitan un cualificado analista político, fichen a un conservador británico, a un tory de alto nivel. Están dando pruebas sobradas de su fino olfato a la hora de percibir y anticipar la realidad en la que viven.
Primero fue Cameron convocando un innecesario referendum sobre la permanencia o no en Europa. Él esperaba consolidar su posición en el partido y que triunfara el “No”; ganó el “Sí”, dimitió, dividió a su país y debilitó a la UE.
Ahora su sucesora, May, quería fortalecerse para negociar la desconexión y convocó elecciones con el fin de aumentar su mayoría absoluta; ha perdido esa mayoría, queda debilitada y siembra más confusión en Bruselas.
Lo dicho: “Que Santa Lucía les conserve la vista”.
El día en que un país recupera la democracia se convierte necesariamente en una fecha histórica. En España ocurrió hace 40 años que, pese a lo que cantaba Carlos Gardel, son muchos.
Yo lo viví como interventor en una mesa electoral. Recuerdo a algún recalcitrante que pretendía “orientar” a los electores y tuvimos que “desalojarlo”; gente confundida que preguntaba; mayores que depositaban el voto temblorosos y algunos con lágrimas de larga expectativa satisfecha.
Vinieron años duros, de fecundos pactos y consolidación del sistema. La actividad política era seria, solemne, prometedora.
Hoy todo es más banal e inconsistente. Estos trapaceros políticos que soportamos critican una Transición en la que no hubieran sido posibles porque aquel Partido Comunista también era serio, aunque no obtuvo el resultado esperado por su lucha antifranquista.
Se esperaba la intervención parlamentaria de la portavoz de Podemos para ver qué tono adoptaba. No ha decepcionado; el programa se cumple a rajatabla. Ahí estaba ella, pletórica en su papel de portavoz de la ira, mensajera del odio fonético, semántico y gestual.
Para eso fueron seleccionados y preparados, para intentar desestabilizar un régimen democrático.
Es sorprendente que siendo tan joven acumule tanto rencor. Saben bien cómo calentar los ánimos. Cualquiera tiene un motivo de queja contra el Sistema o contra su propia forma de vida y estas gentes son el catalizador perfecto por el que impulsar sus frustraciones y su agresividad.
Más que una moción constructiva aquello parecía un vómito de bilis.
Los yihadistas no han leído a Miguel Hernández pero son como su rayo, no cesan en sus acciones asesinas. Se ceban especialmente con Gran Bretaña (dejando en evidencia la ineficacia de sus servicios de inteligencia y la insensibilidad del gobierno con las familias de las víctimas) pero también golpean en otros países y lo hacen con todo lo que pueden.
Un ejército así es imparable y tampoco se ve una voluntad coordinada contundente para combatirlo. Hay una especie de resignación estadística (que no me toque) y nos conformamos con las velas y las flores.
Ponen como pretexto a Siria, Irak o Libia pero es mentira; si esos lugares se apaciguaran seguirían matando. También los catalanes mantendrían la matraca independista aunque les mejoren la financiación.
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