No se cansa de hacer el ridículo: local, nacional e internacionalmente.
Es conocido lo del tonto y la linde y, efectivamente, cuando Puigdemont coge una linde, la linde se acaba pero él sigue.
Decía el gran Aristóteles: “El ser humano sólo se sentirá realizado si desarrolla adecuadamente la función que le es propia”. Y la de este pobre diablo es perturbar y degradar todo lo que toca.
Ha terminado de hundir a su partido, ha dividido a su Comunidad, ha crispado a todo un país y ahora siembra la discordia desde el corazón de Europa. Sigue jugando, irresponsable y sin ser consciente de las consecuen cias de sus actos.
Los únicos que pueden librarnos de este majadero son los jueces.
Otra consecuencia nefasta de la locura catalana, un auténtico daño colateral, es su repercusión en la vida política nacional. La Administración se encuentra casi paralizada.
Hay que destacar la imposibilidad de aprobar los presupuestos porque el PNV, “fraternalmente herido” por la aplicación del 155, se niega a dar el apoyo prometido al gobierno (una razón más para cambiar la ley electoral).
Contemplaban una subida a los funcionarios, la bajada del IRPF o la rebaja del IVA cultural; todo queda en suspenso.
Además, se ralentiza el trabajo en las comisiones que estudian la reforma del sistema de pensiones o la del sistema educativo en busca del deseado consenso.
Como se ve, tenemos muchos motivos para estar agradecidos a esta cuadrilla de orates que pervierte Cataluña.
Yo me he referido algunas veces a esa mayoría sensata y silente de catalanes diciendo que estaban obligados a mostrarnos su fuerza y sus argumentos. El pasado Domingo lo han hecho de un modo contundente y catártico.
La concentración ha sido de amplio espectro: hubo gentes de derechas aplaudiendo a un comunista serio como es Francisco Frutos (¿qué pensará el traidor Garzón?) y estaban juntos los tres partidos constitucionalistas.
Si se hubieran manifestado con anterioridad, ante cada Diada y cada “festejo” nacionalista, tal vez no se habría llegado a estos límites de frenesí secesionista. Pero, en fin, nunca es tarde si la dicha es buena… y la democracia suena.
Tenemos que demostrar que somos capaces de convivir aun sintiéndonos diferentes.
Asombrosa su capacidad predictiva: “Con Pujol noté que se rompía una etapa de esplendor y se iniciaba una que nos conduciría a la ruptura de la comprensión, el buen entendimiento y los acuerdos; nos sumiría en tiempos tristes y desgraciados para el país”. En ese tono sigue, pronosticando lo que hoy es una funesta realidad.
A partir de ahí Pujol y CIU empezaron a robar y chantajear, siendo consentidos por los demás. Con el tiempo y su propia decadencia fueron acentuando la deriva separatista hasta caer en manos de radicales irresponsables que ponen y quitan a su antojo.
Hoy han creado el mayor problema al que nos enfrentamos desde la Transición y habrá que ver cómo salimos de él.
Han pasado 40 años. De un presidente honorable a uno miserable.
Tiene su atractivo psicológico pensar si no habría sido mejor actuar de otro modo en determinada situación. Un ejemplo amplio sería pensar en el cambio de la forma del Estado y qué haríamos en una República que no podamos hacer ahora en una Monarquía parlamentaria.
Y más curioso resultaría saber qué piensan esos intelectuales estadistas de la CUP que viven obsesionados con la palabra “república”. Tal vez creen que una República les permitiría abolir la propiedad privada, crear una banca pública o estructurar la sociedad sin la existencia de la familia, en plan comunal.
Y estos han sido elemento clave en la génesis de la locura catalana.
Otra genialidad suya es amenazar con sacar de los traidores bancos catalanes sus grandes fortunas. Olliú y Fainé estarán temblando.
Avanza considerablemente en Francia, Holanda, Alemania, Austria o Dinamarca. Cada vez hay más ciudadanos europeos que apoyan a los partidos que se sitúan más allá de la derecha conservadora. Y no se debe a sus propuestas económicas, educativas o culturales. Su auténtico motor es el rechazo a inmigrantes y refugiados, al “diferente”, que, además, es pobre y altera los modos de vida tradicionales.
No desean esa pregonada Europa multicultural que, ciertamente, presenta problemas de configuración social y de equilibrio.
Urge que las demás fuerzas políticas encuentren respuestas alternativas más allá de las ingenuas e irreales fórmulas políticamente correctas.
De no ser así, en el Continente más civilizado, demócrata y respetuoso con los Derechos Humanos se puede iniciar un camino indeseable.
Así es como dicen sentirse los secesionistas catalanes tras conocer la aplicación del artículo 155 por parte del gobierno.
Son minoría en su Comunidad, no tienen apoyos significativos en el resto de España, Europa condena sin paliativos su conducta delictiva y antidemocrática. Pero ellos se sienten humillados.
En torno a este tema se ha construido una gigantesca mentira, han tejido una urdimbre de falsedades y sentimentalismos que les impide ver la realidad. Ha habido que tolerar sus provocaciones, aguantar hasta el límite, armarse de sentencias judiciales, fraguar el apoyo de los partidos constitucionalistas y, finalmente, se ha adoptado una medida proporcionada, legal y legítima. Pero ellos se sienten humillados.
Ahora tiene que actuar esa otra Cataluña sensata y silente; habrá que activar la pedagogía dentro y fuera.
El prestigio de los premios Princesa de Asturias crece con el paso de los años. Se acierta con los premiados y con el desarrollo del acto institucional.
La edición de este año ha contado con los tres máximos cargos de la UE y ha propiciado que el Rey repita un discurso eficaz y aclaratorio al que no le sobraba nada. Un jefe de Estado defendiendo al Estado desde la Constitución y proclamando que seguiremos con Europa por el camino de la razón y la palabra (el logos clásico) sobre tres pilares: Democracia, Derechos Humanos y Estado de derecho.
Pese a todo, aparecen los furibundos críticos de siempre, una crítica acre que sólo se entiende desde el rencor y las posturas preconcebidas de gentes que tienen preparada su respuesta antes de conocer el discurso.
Todo nacionalismo que se precie tiene a su cretino que pretende pontificar a modo de gran científico experto en bioantropología. A los vascos les tocó Sabino Arana (leerlo produce risa) y a los catalanes Oriol Junqueras, quien afirma: “los catalanes muestran mayor proximidad genética con franceses y suizos que con los españoles”.
Habría que ver lo que opinan franceses y suizos viendo al personaje que formula tan curiosa ley hereditaria.
El otro elemento que nos configura, junto con la genética, es el medio-ambiente y si analizamos el que envuelve a Cataluña aparecen aldeanos supremacistas, egoístas, envenenados, irresponsables, que se dicen sentimentales en pos de un sueño imposible.
Hará bien el Sr. Junqueras en callar y centrar sus esfuerzos en salir del atolladero en que nos ha metido a todos.
El Blog pretende ser un espacio abierto a la reflexión interactiva, propiciar un intercambio de puntos de vista, de valoraciones. La temática es abierta, pluridisciplinar y combina microartículos (en torno a 100 palabras) con otros más extensos.