SU PEOR CARA

 

Vivir en un mundo interconectado e interdependiente es positivo y, en cualquier caso, hoy es inevitable. La globalización no es algo que se haya debatido simultáneamente en todos los países. Se ha ido imponiendo y lo han hecho posible los medios de transporte y de comunicación, el desarrollo tecnológico, la libre circulación de personas, mercancías y servicios. No aumenta los índices de pobreza aunque crea nuevas desigualdades; facilita la relación entre naciones ricas y pobres aunque genera xenofobia y rechazo a la inmigración.

Y ahora con la rápida propagación de una enfermedad infecciosa muestra su peor cara.

Era inevitable al haberse originado en el país más poblado, segunda economía mundial, un gigantesco proveedor y consumidor.

El coronavirus pone a prueba la debilidad humana ante insignificantes microbios que nos rodean.

El tema es grave y hacen falta sabiduría y prudencia.

 

 

OKUPAS LEGALES

 

Es todo tan extraño y está todo tan enloquecido que ya es difícil asombrarse por algo. La última genialidad consiste en dignificar y reforzar la función de “okupa”. Se obligaría al dueño del piso ocupado a fijar un alquiler mínimo y hacer un contrato al ocupante.

Menudo coladero para quienes quieran conseguir un alquiler barato y blindado.

Lo proponen partidos catalanistas integrados en buena medida por una clase media-alta acomodada, por dueños de viviendas. Los verdaderos padres deben ser la CUP y los CDR, activistas antisistema con experiencia se “ocupación”. Obtienen el entusiasta apoyo de Podemos, la vergonzosa abstención del partido socialista y la bendición de la inefable alcaldesa.

Es un atentado contra la Constitución, la convivencia social y el sentido común, pero quienes nos gobiernan pretenden elevarlo a rango de ley.

Se puede hacer una política social seria de vivienda sin necesidad de estas estupideces.

 

 

MASCARILLAS

 

Se han convertido en ese oscuro objeto del deseo. Pronto hemos caído en su uso y abuso porque el miedo es libre y nos lleva a comportamientos poco racionales. Ojalá amaine pronto esta tormenta del coronavirus y dejemos de padecer el cuasi terrorismo informativo al que nos someten los medios. En realidad, deberíamos emplearla para aislarnos de otros muchos fenómenos que empiezan a ser nauseabundos. Que cada cual  elija los ejemplos que quiera, pero yo creo que en tres o cuatro casos estaríamos de acuerdo.

Si nos ponemos muy reflexivos también utilizaríamos con frecuencia tapones para los oídos y antifaces. Acabaríamos imitando la famosa imagen de los tres monos. Ni ver, ni oír, ni hablar. Nos queda el falso consuelo de seguir haciendo oídos sordos y la vista gorda de vez en cuando.