La Unión Europea atraviesa uno de los momentos más delicados de su corta historia. La
crisis socioeconómica creada por la Covid-19 obliga a adoptar una serie de
medidas que permitan recuperar la normalidad. A grandes males, grandes remedios,
y el proceso de reconstrucción, ese nuevo plan Marshall, ha de ser ambicioso y
eficaz.
Hasta aquí,
coincidencias, a partir de aquí, discrepancias. No hay acuerdo ni en la cuantía
ni en el modo de distribuirla: subvenciones o préstamos.
El bloque de
los cuatro países mas importantes se enfrenta a un grupo de otros mas pequeños
llamados frugales que se muestran cicateros e insolidarios; su apoyo está
costando un gran esfuerzo aunque cederán tras algunas concesiones.
Europa
necesita una recuperación pronta y efectiva, no están los tiempos para
fragmentar sino para amalgamar.
En el futuro
el voto debería ser ponderado en los organismos europeos.
Trasladar al
ámbito nacional unos resultados autonómicos es algo que no debe hacerse
alegremente, pero esto no es manual de ciencia política y alguna relación
siempre existe.Tras las elecciones gallegas y vascas caben algunas
consideraciones.
Quien más
motivos tiene para sentirse feliz es Nuñez Feijoó, triunfador indiscutible.
Casado estará inquieto porque su apuesta vasca salió mal y en el PP se aprende
gallego a buen ritmo. El rojo histriónico ve hundirse a Podemos y le van
quedando pocos conejos en la chistera. Iván Redondo estará triste viendo que su
empresario socialista no despega a pesar de los pesares, de gobernar y de usar
todos los recursos sin escrúpulos.
En el País
Vasco vive una sociedad ponzoñosa y miserable que aún no se despega de la
actitud criminal etarra. Sólo así se entienden los resultados de Bildu viniendo
de donde vienen.
Vientos de
crisis para la Monarquía por los imperdonables errores de quien fue un buen
rey. Papel crucial del PSOE en esta coyuntura porque gobierna y es el partido
mayoritario que puede inclinar la balanza en un sentido u otro. Es de tradición
republicana porque cuando históricamente quedaron asociados monarquía con dictadura
y república con democracia el partido optó por la democracia. Durante los 40
años del franquismo no se discutía acerca de formas del Estado y en 1978 se
restaura la Monarquía en el seno de una Constitución.
Si hay que
replantear el dilema hágase del modo adecuado y pertinente, lejos del populismo
demagógico que vocea para tapar otras vergüenzas.
Podría
reducirse a considerar si es positivo contar con una figura institucional que
simbolice la unidad y ejerza una función arbitral, moderadora; por supuesto sin
otra inviolabilidad que la que se derive de sus funciones públicas.
Ha sido
elegido como miembro de la ejecutiva del rojo de la Navata José Antonio
Vázquez, de 51 años y singular trayectoria.
Estudió
Filología semítica y viendo que no es fácil ganarse la vida con el arameo se
retiró del mundanal ruido para ingresar en la Orden del Císter. Tampoco logró
la autorrealización siendo monje y abandonó el monasterio.
Ahora cree
que desde el partido puede ser más útil a la sociedad y, ya como podemita,
propone una vida monacal y mística, la vivencia de la espiritualidad a través
de la meditación.
Se ignora si
el rigor del convento ha afectado a sus capacidades.
Desde los
“iluminati” fundadores de Podemos hasta los actuales vividores de la política… ¿dónde
ha visto este hombre algo parecido a lo que persigue? ¿Cuál será su próxima estación?
Hay gobernantes que llegan al poder como resultado de un proceso electoral, pero una vez instalados muestran talantes y comportamientos peores que los de muchos dictadores que no han pasado por las urnas.
Tenemos un buen ejemplo en Donald Trump y su falta de respeto por todo lo que no coincida con sus criterios. Y otro, aún más agudizado, en el presidente brasileño. Este inefable Bolsonaro ya “apuntaba maneras” en campaña y pronto superó las expectativas. Su arrogante e irresponsable chulería frente a la pandemia se inscribe en lo patológico y provoca la muerte de miles de ciudadanos; se niega a usar la mascarilla y casi prohíbe su uso.
Contra estos autócratas sólo caben medidas de corrección por parte de las fuerzas políticas o actuaciones judiciales contundentes que los inhabiliten. Pero no se producen del modo que sería deseable.
A la espera de lo que la ciencia y el tiempo nos deparen sobre la vacuna contra el Covid-19, en la Casa Real han encontrado la suya propia contra el virus antimonárquico que padecemos y que sabemos en qué laboratorios se produce y por que canales se propaga; los errores del padre les sirven como arma para atacar al hijo y a la Institución.
Mientras haya personas cualificadas y cumplidoras en el trono aportarán más estabilidad que la confrontación interpartidista para la Jefatura del Estado. Y ese debate lo vivimos en los procesos electorales legislativos, autonómicos y locales. La esencia de la democracia queda perfectamente a salvo.
Los reyes se han echado literalmente a la calle para consolidar el apoyo social que saben que tienen; ese es su mejor antiviral porque difícilmente los partidos constitucionalistas atacarían a un rey con fuerte respaldo ciudadano. Eso queda para fundamentalistas trasnochados.
En una sociedad abierta donde casi todo acaba sabiéndose tenemos un personaje manipulador sin límite de todo lo que esté a su alcance; encarna una inconsistencia y una incoherencia que no tienen parangón; su cinismo de melifluo tono se explica en las clases de populismo demagógico; ejerce un caudillaje inflexible. Es un claro vividor de la política y expoliador de la Administración.
Ha anulado lo que nació queriendo ser un partido de bases decisorias hasta convertirlo en un instrumento para concurrir a elecciones y obtener resultados que le permitan seguir en el Consejo de Administración de España S.A., favorecido por la coyuntura de un presidente necesitado que le permite codirigir un gobierno y seguir su tarea erosiva del Estado.
Su última maraña fraudulenta podría salirle cara ante un juez.
¿Cómo puede la izquierda seria verse representada por un individuo con estas características y seguir votándolo?
En condiciones normales la inmigración ilegal es rechazable, en una crisis económica se hace insostenible y en plena pandemia la entrada de inmigrantes infectados de Covid-19 es incomprensible.
Al “buenismo” se le deben fijar límites. Quienes amparan (y potencian) estas entradas ilegales son gentes de buen corazón y mejores propósitos, pero podían ganarse el cielo habiendo cosas más útiles para la sociedad.
Los inmigrantes saben que incumplen normas, que no existe el paraíso, que crean problemas, pero siguen forzando la situación. Los que vienen enfermos y contagian tan seguros están de que en su país no serán atendidos como de que en el nuestro serán tratados exquisitamente y en un caso extremo incluso con preferencia sobre un español septuagenario hipertenso y/o diabético.
Argelia y Marruecos cierran sus fronteras y de vez en cuando nos obsequian con paisanos enfermos. ¿Es normal y hay que seguir mirando para otro lado?
El Blog pretende ser un espacio abierto a la reflexión interactiva, propiciar un intercambio de puntos de vista, de valoraciones. La temática es abierta, pluridisciplinar y combina microartículos (en torno a 100 palabras) con otros más extensos.