Otra bondad
de esta gloriosa pandemia que nos invade y nos mata ha sido mostrar la frágil y
ambigua relación de las CCAA con el Estado Central, con el Gobierno.
Si algún día
España llegase a ser un país normal, tranquilo, donde vivan gentes serias que
antepongan la razón a la pasión; si algún día hubiese que redefinir el Estado
partiendo de cero (desde el “velo de la ignorancia” de Rawls), atendiendo sólo
a razones universales y al bien común, no al interés de algunos, seguro que no
resultaba algo parecido a este Estado Autonómico que ni es central ni federal,
es un refrito que nació prematuro y con fórceps, que quiso solucionar el
problema histórico de Cataluña y el País Vasco y ha terminado creando uno mayor tras 42 años de
existencia.
La pandemia
y la crisis económica están causando estragos y creando víctimas que
difícilmente superarán la situación.
Uno de ellos
es el inhabilitado, por fin, Torra que se queja de como lo han tratado, dice que
han dado un golpe contra él sin valorar las consecuencias. Y es que el pobre se
queda con una pensión vitalicia de 92.000 euros, coche oficial y secretaria.
Cuando lo
eligieron para ser el mascarón de proa del separatismo acertaron de pleno. Era
difícil que alguien pudiera superar a Puigdemont en caradura, necedad y
cerrazón; pues lo encontraron, a fin de cuentas se conocen bien entre ellos y
saben de lo que es capaz cada cual.
Empezó
provocando, permaneció provocando y provocando se va. Sus antecesores han sido
el gran ladrón familiar, otro inhabilitado y un prófugo cobarde.
¿No podrían
los catalanes serios empezar a trabajar en serio?
Siempre han
sido la ley más importante que se aborda en el Parlamento. Ahora lo son más aún
porque vivimos con unos prorrogados durante varios años. Se están convirtiendo
en un enigma de difícil solución, en un “oscuro objeto del deseo” para un
gobierno sin escrúpulos que realiza una danza obscena con las demás fuerzas
políticas llena de mentiras y falsas promesas; lo que llaman con ánimo
justificativo “geometría variable”. ¡Y tan variable!, va desde Cs a Bildu
pasando por el secesionismo catalán y el socio mosca-cojonera de Podemos.
Pedro
Sánchez, nacido y criado en el “no es no” se pone grandilocuente, apela a la
seguridad nacional y pide el apoyo incondicional a todos, aunque todavía no ha
dicho como piensa recaudar y redistribuir. Lo que si sabemos es el alto coste
que está teniendo en todos los sentidos, todo vale con tal de prometer
apoyarlos.
Zapatero
tuvo que desistir. Sánchez quiere ahora que recordemos aquella monstruosa
guerra civil que ensucia nuestra historia; quiere corregir y reparar todo lo
que estime conveniente.
A ver si
logra sacar los cadáveres de las cunetas. El Valle de los Caídos ha de empezar
por perder el nombre y toda connotación religiosa. La cruz se puede desmontar y
vender las piezas como material de construcción, debe ser el gran cementerio
simbólico de Cuelgamuros.
Lo que
parece absurdo es pretender que borremos aquel episodio. Se seguirá hablando de
las causas de la guerra, de su desarrollo, de los largos y tristes efectos de
la victoria. Ni elogiar el golpismo ni ocultar que hubo cobardes vengativos en
la retaguardia que asesinaron impunemente.
Es un error
festejarlo como vencedores con efectos retroactivos. Hágase todo con la
seriedad y tranquilidad que el tema requiere.
Hace tiempo
que asistimos a actuaciones que no veríamos en ningún país democrático serio
porque afectan a la estructura del Estado y envenenan la relación entre sus
tres grandes poderes.
Quienes
pensaban que la presencia de Iglesias en el Ejecutivo sería testimonial se
equivocaban. Está en toda su salsa: sin funciones concretas sigue siendo un
vago vividor, pero adquiere protagonismo, desautoriza ministros y coloca una
cohorte de parásitos con nuestros impuestos; horada el Judicial y ataca a la
Monarquía, a la Jefatura del Estado haciendo demagogia.
Todo con la
venia de quien lo hace posible, del jefe del Gobierno, quien ahora se permite
el lujo de vetar la presencia del Rey en un acto. Así, desde su fría soberbia,
humilla a FelipeVI, agrada a sus socios y muestra a los españoles quien manda
de verdad.
No creo que
nadie pueda recordar con agrado el verano de 2020, más bien como uno de los más
funestos de nuestra historia reciente, debido a la pandemia y la consiguiente
recesión económica.
Un verano de
gel y mascarilla, de preocupación e incertidumbre porque otoño no va a mejorar
ni sanitaria ni económica ni políticamente. Cuando comenzó albergábamos la
esperanza de que el virus estaba siendo vencido, pero era una falsa ilusión,
estaba agazapado esperando que el ser humano activara la estupidez y la
irresponsabilidad que lo caracterizan.
Y no tuvo
que esperar mucho, pronto encontró caldos de cultivo adecuados en reuniones
familiares sin precauciones, ocio nocturno incontrolado, trabajadores en
condiciones lastimosas, etc. Y se empleó a fondo provocando miles de contagios
diarios y una excesiva ocupación hospitalaria. En la Administración hay
confusión y se pasan la patata caliente unos a otros.
En eso de
tolerar, los españoles merecemos un premio, tanto en su acepción de respeto a los
demás como en la de soportar y resistir la acción política que padecemos.
Lo del
Gobierno es de antología: entre las cosas que hace, las muchas que no hace y
las que deja que hagan otros, se convierte en un modelo sin parangón, algo que
no figura en los manuales de ciencia política.
Todo queda
resaltado al coincidir uno de los peores momentos de nuestra historia reciente
con el conjunto de líderes más ineptos de ese mismo período. Calificarlos así
no es seguir el tópico de culpar al gobernante (non piove, porco governo); no hay más que observar detenidamente
sus conductas. Carecen de sentido de Estado, no ven más allá sus intereses
partidistas, son incapaces de dialogar para llegar a acuerdos en temas esenciales
y preocuparse por el bien común.
Puede ser
que esta macrocrisis que vivimos desde hace seis meses agudice una visión
negativa, pesimista, pero también puede ser verdad que tenemos serias carencias
en temas importantes.
Faltan
profesores que permitan rebajar el número de alumnos por aula y conseguir una
educación personalizada de mayor calidad. Faltan profesionales de la sanidad
para luchar contra la Covid-19, rebajar las listas de espera y atender mejor a
los enfermos.
Pero, en
otro orden de cosas, también faltan líderes políticos serios y solventes que
estén a tono con la situación de emergencia. Y faltan ciudadanos sensatos
capaces de entender la gravedad de la situación y actuar en consecuencia. Vemos
comportamientos increíbles que, más que simple irresponsabilidad, parecen un
acto de rebeldía contra el Sistema, negándose a cumplir una reglas mínimas que
provienen de él.
Hasta la
palabra “virus” resulta ya invasiva. Estos pequeños cabrones, parásitos capaces
de penetrar en cualquier organismo, han decidido amargarnos la existencia.
Están
presentes desde el origen de la vida, hace unos 3.700 millones de años y parece
que se propongan corregir el rumbo de la evolución, que se rebelan para atacar
al ser vivo más complejo, al hombre.
Esta batalla
va a mostrar un momento clave durante este otoño en el que unen sus fuerzas el
virus de la gripe, el coronavirus y el de la bronquiolitis. Más que de
conjunciones planetarias habrá que hablar de conjunciones víricas.
El ejército
humano cuenta con medios suficientes para este combate, pero nuestro
comportamiento, especialmente el de algunos, deja mucho que desear y facilita
la actuación de estas partículas elementales que nos contagian y matan. No
aprendemos.
El mundo
anda sobrado de “puntos calientes” y de conflictos. Por eso debemos celebrar
todo lo que suponga resolver problemas, alcanzar soluciones.
Vivimos una
oportunidad histórica cuando Emiratos Árabes acuerdan normalizar relaciones
diplomáticas con Israel, sumándose así a Egipto y Jordania. Es deseable que
otros países árabes se incorporen al acuerdo y que no quede sólo en el ámbito
diplomático sino que sea asumido por los pueblos, por árabes y judíos.
El paso
siguiente debería ser el cese de hostilidades entre Israel y Hamás en Gaza,
seguido de la proclamación del Estado palestino y la capitalidad compartida de
Jerusalén.
Netanyahu
podría firmar y retirarse a descansar. Trump se apuntaría un tanto electoral y
tal vez sería lo único bueno en su legislatura.
Parece fácil
pero seguramente no culminará con éxito. Son muchos años de incomprensión y
odio.
Fernando
Martínez Serrano 9-9-20
El Blog pretende ser un espacio abierto a la reflexión interactiva, propiciar un intercambio de puntos de vista, de valoraciones. La temática es abierta, pluridisciplinar y combina microartículos (en torno a 100 palabras) con otros más extensos.