Decía
Epicuro que no debemos dejar que el temor a la muerte atenace nuestra vida
porque mientras estamos vivos ella no ha venido y cuando llega dejamos de
existir.
Pero hoy la
ciencia y la tecnología hacen posible que ante determinadas enfermedades nos
puedan anunciar el final de nuestra vida y el fatal calendario que nos espera.
Y ahí está el problema, en el modo que elegimos para enfrentarnos a ese
terrible pronóstico.
Ya tengo
edad para haber conocido varios casos y ninguno me ha conmovido tanto como el
de mi consuegro y tocayo. En cinco meses ha hecho gala de una entereza, una
tranquilidad y una dignidad ciertamente envidiables. Se ha ido despidiendo
cariñosamente de sus familiares, de sus amigos que tanto lo apreciaban sin
excepción, de sus paseos y del mar al que venía con frecuencia.
Siempre
presumiré de consuegro y haré que nuestras nietas en común se sientan
orgullosas de su abuelo riojano. Su mujer y sus hijas jamás podrán olvidarlo.
Frente al
espíritu clásico que reclamaba la mesura en todas las acciones humanas, que
afirmaba que en el término medio está la virtud, Pedro Sánchez se especializa
en actuaciones desmesuradas por defecto o por exceso, pero lejos de la justa medida.
Con la
pandemia como telón de fondo tenemos un buen ejemplo. Tardó mucho en percibir
el desastre que se nos venía encima; sus normas para el confinamiento fueron de
las más severas de nuestro entorno; creyó que podía cantar victoria y propició
una desescalada ligera y permisiva; vuelve a fallar en la segunda oleada con la
“ayuda” de su portavoz, el inefable Simón y su inacción es criticada por todos;
cuando reacciona declara un estado de alarma de dudosa constitucionalidad y con
rechazos de algunos de sus socios.
Estaremos
atentos para ver cual es su próximo paso.
Seguramente
sigue siendo verdad que unas elecciones sólo se ganan desde lo que se considera
centro, con sus matices de derecha e izquierda.
Ese espacio
lo buscó Cs con Rivera, pero fue un sueño imposible.
Tras la
ridícula moción de censura cabría pensar que Casado con un PP moderado pueda
crecer a costa de Cs e incluso de VOX, aunque no parece que estemos ante un
líder carismático capaz de atraer votos del electorado socialista y de la
abstención. Esos liderazgos pasaron a la historia con Adolfo Suárez y Felipe
González. Aún dominando el centro derecha es casi imposible superar al otro
bloque, el del gobierno más sus apoyos parlamentarios.
Mientras
existan VOX y el separatismo catalán las posibilidades del PP son mínimas. El
PSOE de Sánchez es el único capaz de digerir populismos y nacionalismos sin
atragantarse hasta la mayoría absoluta.
Poco sabemos
de estos malditos Presupuestos, salvo que serán los más caros de la historia
por sus inasumibles costes extra económicos, algunos de ellos difíciles de
imaginar hasta hace cuatro días.
Para convencer
al catalanismo se minusvalora y se trata con desdén la figura del Jefe del
Estado y se habla de indulto o amnistía para quienes pretenden la fractura del
Estado. Se atiende a Bildu para favorecer a sus compañeros asesinos
encarcelados y se le ceden parcelas de poder en algunas instituciones.
Todo eso
figura en el capítulo de INGRESOS. En el de GASTOS van partidas como la
renuncia a un pacto serio entre partidos constitucionalistas que restaría
protagonismo a engendros pseudo comunistas y trasnochados separatismos. También
se observa una sensible desconfiguración de lo que era un gran partido con 141
años y ahora está en manos de un personaje frío y sin principios, obsesionado
con el poder.
Es una
opinión extendida que el rey no debe permitir que sean sólo los partidos de
derechas quienes lo defiendan. Y llevan razón si es que eso obedeciese a una
estrategia real porque sería un error letal a medio plazo. Pero la pregunta es
qué puede hacer el rey para evitarlo, no va a reunir a esos líderes políticos
para pedirles que no hablen de él, que no mencionen a la Corona cuando sufra ataques.
Felipe VI
sabe perfectamente que su objetivo es ganarse el respeto de todos los
españoles, que eso es lo único que hoy justifica un régimen monárquico,
convencernos de la bondad de una Jefatura del Estado que no se somete al vaivén
y a la lucha partidista, aportando una estabilidad que resulta beneficiosa.
Parece que
lo está consiguiendo y un buen argumento para defenderlo es analizar quienes
son sus enemigos.
Hemos creado
y consentido varias generaciones de jóvenes en los que predomina un
comportamiento frívolo, negativo, casi antisocial. Su modo de disfrutar del
ocio nocturno ya creaba tensiones en la España prepandémica y ahora se ha
convertido en un problema capital. Son un importante foco de contagio del
coronavirus y lo expanden a su alrededor, pero siguen con sus reuniones
prohibidas, se saltan las normas de seguridad, nada los frena. Actúan como si
los asistiera un derecho natural para vivir entre alcohol, ruido, multitudes y
transgresiones. Es para ellos una adicción insuperable y sacan nota los que
teóricamente están más formados, los universitarios.
Esta es la
generación que mañana se hará cargo del Sistema. La Sociedad tiene que mantener
una actitud más firme y dura con estos jóvenes noctámbulos. Así no se puede
seguir, ellos tan irresponsables y nosotros tan tolerantes.
Pablo Casado
recordará el día de la moción de censura como el más feliz de su vida política.
Se enfrentaba a una situación endiabladamente difícil y la ha resuelto con
notable éxito. Todo eran apuestas acerca de si se decantaría por el “sí”, el
“no” o la abstención y todo entrañaba riesgos pensando en futuros movimientos.
La verdad es
que Abascal le ha ayudado a votar en contra con un discurso excesivo, radical,
insultante. Ahora podrían ponerse en peligro las relaciones PP-VOX en tres
Comunidades, aunque seguramente no romperán.
Casado ha
sido muy crítico con Abascal (diferenciándolo de sus votantes), le ha atacado
con dureza y ha dicho: ”hasta aquí hemos llegado”.
Los de VOX
pretendían desgastar al Gobierno y comer terreno al PP. Han conseguido que el
PP amplíe su base y que el gran beneficiario sea Sánchez, como siempre.
La moción de
censura presentada por VOX ha dado trabajo a tertulianos y analistas. Algunos,
en un alarde de agudeza, destacan que no sirve para nada porque no podía
prosperar, como si en VOX no supieran contar y el número de diputados que
tenemos´
A Iván
redondo le viene bien porque puede seguir asustándonos con sus espantajos. Al
PP lo crucifica porque ninguna de las tres opciones les resulta conveniente:
votar “sí” es imposible, votar “no” los alinea con la izquierda que tienen que
combatir y la abstención parece una cierta aceptación de VOX.
Y ahí queda,
solo ante el peligro, Abascal, lanzando rayos y truenos a diestra y siniestra
cual Zeus enfurecido, con su estilo directo e incisivo, sin dejar nada en el
tintero. Sabe que quedan ante los españoles como los únicos críticos del
gobierno por la gestión de la pandemia y de la crisis económica.
Vivimos
tiempos de reclusión y confinamiento que son propicios para para el uso casero
de una manta pequeña, ese instrumento tan útil nunca bien ponderado. Se suele
usar sentado en el sillón aunque también admite sofá; debe ser cálida, suave y
ligera; se puede poner por delante sobre las piernas hasta el pecho o por
detrás sobre los hombros y la espalda.
Es un alivio
ahora en entretiempo y en invierno si no queremos una temperatura muy alta en
la habitación. Nos proporciona mucho más que calor, nos da seguridad, intimidad
y tranquilidad. Si no fuera exagerado podría decirse que nos envuelve a modo de
placenta psicoanalítica y nos devuelve al útero materno, un espacio ausente de
problemas y preocupaciones. Con ella encima se soporta mejor la mediocridad
televisiva y se resuelven con éxito los sudokus samurai.
Tengo los
suficientes años como para haber vivido la Transición cuando ya estaba casado,
tenía dos hijos y ejercía mi profesión. Digo esto porque no dependo de la
versión que se ofrezca en este o en este otro libro de los muchos que la
estudian.
Aspectos
destacables hay muchos. Había una especie de telón de fondo que la hizo posible
y era la buena disposición de unos y otros, de tal modo que quienes un mes
antes eran incompatibles al mes siguiente llegaban a acuerdos sobre grandes
temas. Y así fue avanzando. Entre sus principales impulsores y todos los
ciudadanos la superamos con éxito.
Ahora el
chiquilicuatre moñudo quiere “poner el candado al espíritu constitucional”.
¿Qué verá este hombre tan odioso en aquella época?
Comparar
aquellos políticos con los de hoy resulta descorazonador. Había mejor talante y
mayor talento. Sería bueno mirar un poco hacia atrás.
Fernando
Martínez Serrano 16-10-20
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