El 20 de
Enero tomará posesión el cuadragésimo sexto presidente de EEUU, Joe Biden. Al
margen de cómo le vaya durante su mandato la Historia lo señalará como el que
fue capaz de vencer a Donald Trump, frenarlo en seco e impedir que ganara una
segunda legislatura.
El perdedor
no acepta su derrota; tal como dijo en campaña se niega a dar por válidos unos
resultados adversos. Y allí sigue, en la Casa Blanca, agarrado a la pata de la
mesa del despacho oval, mostrándose al mundo en la plenitud de su miseria
psíquica y ética, que es mucha.
Amenaza con
volver en 2024 o presentar a su hija. Puede que siga crítico con Biden desde su
torre dorada, pero será precavido porque para salvaguardar sus negocios y sus
chanchullos no conviene provocar al
poder .
El
presidente del Gobierno tendrá que decirle a Iván Redondo que esta vez no lo ha
aconsejado bien para endulzar u imagen pública.La visita al hospital madrileño
de la Paz no ha sido precisamente un éxito.
No había
visitado nunca un hospital y lo hace de un modo pueril e indigno. Aprovecha que
la presidenta de la Comunidad, su feroz opositora, estaba de viaje y ni
siquiera le avisaron al alcalde de Madrid. Se presentó con el ministro de
Sanidad (les faltó Fernando Simón) buscando las cámaras y la foto favorable,
pero se encontró con un sonoro abucheo. Para colmo, el alcalde, que acudió en
cuanto se enteró, fue recibido con aplausos.
Total, un
día para olvidar por parte de Sánchez cuya gestión de la pandemia está lejos de
ser uno de los logros de su Gobierno.
Estamos
acostumbrados a oír que no se puede estar en misa y repicando o soplar y
sorber. Pero los tiempos cambian y surge un mago que lo hace posible en un
ámbito complejo como el político, donde muestra que se puede ser gobierno y
oposición simultáneamente. La lealtad que prometió a la Constitución ha
desaparecido; juega a ser republicano de opereta con el Rey delante; revienta
la política exterior apoyando al Polisario frente a Marruecos y provocando un
aumento de inmigrantes en nuestras calles; firma con Bildu y ERC enmiendas a
los Presupuestos, etc.
Impone la
aprobación de medidas que el PSOE nunca contempló en sus años de gobierno. Cada
día esta más claro que el rojo moñudo no sabe vivir si no es gobierno y
oposición a la vez. No va a renunciar al populismo y la demagogia, condiciones
ambas que un gobierno no se debe permitir.
A un
subinspector de policía lo expedientan por falta grave y piden tres meses sin
sueldo porque se refirió al rojo de la Navata diciendo “el del moño”.
Citar a un
personaje público señalándolo como “el de la barba o el del pelo largo” ¿merece
una sanción? Pero claro, hay que entender que en esta ocasión se refería a una
persona tan sensible, tan respetuosa con los demás, que se emociona cuando ve
que le abren la cabeza a un policía.
Desde el
ministerio de Interior y la Fiscalía lo miman y lo mantienen en una burbuja,
aislado de críticas o manifestaciones en su contra. Yo creo que se equivocan
porque este joven moñudo suspira por singularizarse con un peinado atípico y su
forma de vestir en actos institucionales. De ese modo encubre sus carencias
psicológicas, su inmadurez y sus miserias. Consigue que todos los medios estén
pendientes de él.
La ley Celaá
refleja el miedo que este Gobierno siente ante la libertad de los padres para
elegir Centro y modelo educativos. Se impone la educación pública por la fuerza
cuando todos los esfuerzos deberían ir encaminados a que fuera la preferida por
los padres por su prestigio.
Ya cuentan
con profesionales mejor seleccionados, si faltan medios es cuestión de
inversión y hay que fijar unas ratios que faciliten la tarea del profesor. Pero
hacen lo contrario. Las aulas con alumnos discapacitados que no estarán bien
atendidos y con alumnos cargados de suspensos, vagos y desmotivados no son el
marco ideal para una educación eficiente.
Con ese
panorama es normal que los padres huyan de la pública. Y no parece muy
democrático privarlos de su libertad a fuerza de BOE.
Otra ocasión
desperdiciada para hacer una ley sensata.
Un gobierno
engendro produce leyes engendro, de tal palo tal astilla. Ya se ha consumado el
despropósito y la llamada ley Celaá ha sido aprobada por un voto más de los
necesarios y una sonada protesta de la oposición que la recurrirá y procurará
contrarrestarla en la Comunidades donde gobierna.
Es la octava
ley educativa y seguramente peor que las siete anteriores. Ha llegado al Parlamento
sin un mínimo diálogo previo y, se mire como se mire, restringe libertades. Se
equivocan al querer incluir a todos los alumnos con necesidades especiales en
aulas normales. Y, lo que es peor, no van a lograr que la pública tenga más
prestigio que la privada, no van a frenar la preferencia de muchos padres por
la educación concertada para sus hijos.
Han
encontrado a una mujer “receptora” que no tiene reparos en firmar la ley en el
Boletín oficial y darle nombre.
Hace ya
mucho tiempo yo le pagaba la cuota mensual al encargado de la Casa del Pueblo,
al bueno de Jerónimo y él me ponía un sello. Luego vino en nuevo formato, tipo
tarjeta de crédito, y la domiciliación bancaria de los pagos. Para mí ha sido
durante más de cuarenta años una especie de carnet de identidad.
Y ahora me
planteo amargamente la posibilidad de romperlo y darme de baja; no lo he hecho
porque mi Agrupación sigue siendo estupenda y su secretario general un hombre
de bien, sensato y trabajador.
Pero el
panorama nacional es desolador, diversas circunstancias han conducido a que
estemos en manos de un individuo peligroso de ambición desmedida. Parece a
todas luces un precio demasiado alto el que está pagando por mantenerse en el
poder sin que se siga nada bueno a cambio para el partido o para el país; más
bien todo lo contrario.
No es una
pregunta retórica. Imaginen que elegimos a un grupo de politólogos expertos y
bien informados, conocedores de los programas y las trayectorias de PSOE y
Podemos.
Acto seguido
sometemos a su consideración una serie de medidas que se han adoptado
recientemente: subidas de impuestos contra lo que se hace en otros países;
severas críticas al Jefe del Estado desde las instituciones; pactos con Bildu a
cambio de acercar asesinos al País Vasco; acordar que el castellano deje de ser
lengua vehicular en Cataluña; crear organismos gubernamentales que controlan de
cerca la información de los medios; regular el precio de los alquileres
alterando las reglas de un mercado libre, etc.
Por fin, se
pide a los expertos politólogos que contesten a una sencilla pregunta: ¿Quién
está gobernando en España?
Adorna su
curriculum con una tesis doctoral plagiada y un libro que le escribió una
tránsfuga a la que ha recompensado generosamente con dinero público. Llega a la
presidencia del Gobierno mediante pactos y alianzas que un demócrata, y menos
un buen socialista, nunca habría suscrito.
Una vez allí
es magnánimo con amigos de bachiller y juventud: crea puestos de trabajo para
ellos magníficamente retribuidos, los lleva a un concierto en el avión oficial
y los invita a pasar las vacaciones en una residencia estatal.
Promete que
nunca pactará con un partido y cuando ve que necesita su apoyo lo hace socio de
gobierno.
Y un
personaje con esas hechuras es defendido con ardor en las Casas del Pueblo, en
las Agrupaciones socialistas que tan dignas eran hasta que él llegó. El partido
apenas existe, está diluido en la estructura del poder y envuelto en una
nómina.
No sé cual
es en la escala nobiliaria el título inferior al de barón, pero ese es el que
hay que concederles a los mal llamados barones del PSOE, especialmente a los de
Extremadura y Castilla la Mancha.
Son
herederos de dos grandes líderes territoriales y seguro que comparten con ellos
la convicción de que Pedro Sánchez es un militante pernicioso que no merece
dirigir el partido ni ser presidente del país. Su política de pactos al
servicio exclusivo de su ambición les parece fatal, impropia de un socialista y
aún de un demócrata.
Pero la
situación es tan grave que requiere algo más que lamentos ante los medios de
comunicación. Esto sólo les sirve para aquietar su mala conciencia. Hay que
movilizar el Comité Federal y pedir un pronunciamiento claro ante la canallada
que Sánchez está haciendo con el PSOE. Sólo los militantes pueden frenarlo.
Fernando
Martínez Serrano 12-11-20
El Blog pretende ser un espacio abierto a la reflexión interactiva, propiciar un intercambio de puntos de vista, de valoraciones. La temática es abierta, pluridisciplinar y combina microartículos (en torno a 100 palabras) con otros más extensos.