La noche anterior ha sido jaleado en Ferraz con gritos de “Presidente, Presidente”. Su partido ha sido el más votado y él se saca la espina de haberlo dejado en su nivel más bajo. Ha dormido poco pero feliz en la Moncloa y se ve cuatro años más haciéndolo en el colchón que ordenó cambiar.
Sin duda, el candidato más afortunado y favorecido por las circunstancias. Se ha limitado a luchar contra la abstención, especialmente la andaluza, en una campaña de perfil bajo.
Habla y actúa como si partiese de cero, como si no hubiese hablado antes sobre esos mismos temas. Se beneficia de la fragmentación de la derecha y del desmoronamiento de Podemos, contando con la inestimable ayuda del BOE.
En cuanto a socios o apoyos de gobierno, le da igual: los que sumen y se dejen.