Cumbre al máximo nivel en París sobre el cambio climático. Cumplido el trámite de las declaraciones grandilocuentes y bienintencionadas llega la hora de la verdad y aparece una correlación infernal de fuerzas contrarias en la que cada cual defiende sus intereses económicos.
Los pobres no renuncian a su crecimiento, los industrializados no bajan el nivel perdiendo productividad, los productores de energías fósiles quieren explotarlas, las renovables no terminan de abrirse camino, la nuclear da miedo y lo gigantes norteamericano y chino ocultan sus negociaciones a “despacho cerrado”.
Tal vez en el fondo nos resignamos y engañamos pensando que falta mucho tiempo para padecer las consecuencias negativas y nos aplicamos aquello de “largo me lo fiais”.