A finales de los 80, en una España animada y dinámica se hablaba del eje o arco del Mediterráneo como zona de grandes potencialidades socio-económicas que podía convertirse en una de las regiones más prósperas de Europa.
Hoy, 25 años después, en una España confundida y crispada, esa misma área geográfica, desde la frontera francesa hasta Gibraltar-con parada obligatoria en Valencia- se ha convertido en una de las más corruptas del continente.
Esa corrupción que ha dejado seriamente tocado al bipartidismo, ha descompuesto todo discurso político y ha provocado que estemos en manos de los gestores de la ira social.
Si Serrat compusiera una nueva canción para el Mare Nostrum – nunca sería tan hermosa como la actual- tendría que incorporar la corrupción a sus estrofas.