Parece que tendemos a magnificar ciertos temas. La charla telefónica entre los presidentes norteamericano y español se escudriña como si encerrase claves históricas cuando sólo se trata de un simple ritual de cortesía en política exterior.
El nuevo ocupante de la Casa Blanca va llamando a los diferentes países aliados, se saludan, intercambian algunas generalidades y se redacta una nota que se da a conocer a los medios. El americano que escribió la suya no sabrá ni donde esta España y se limitó a resaltar que hay que e incrementar la aportación económica a la OTAN porque ellos pagan demasiado.
Desde la Moncloa se emite un informe más pretencioso que muestra a Rajoy como interlocutor ante medio mundo. Dicen que Trump ya duerme más tranquilo con su estrategia geopolítica resuelta. Y todos tan contentos.