Así es como ha decidido quedarse Aznar dentro del PP. Tiene mal perder, es rencoroso y no soporta que lo ninguneen o lo ignoren. Por eso él, insigne economista, critica la política fiscal del gobierno (es que Montoro le ha subido el impuesto de sociedades).
Va buscando para su causa a los integristas, a los que se quedan marginados o se sienten frustrados: ministros, diputados, alcaldes e incluso un expresidente autonómico injustamente tratado por el partido.
Así, agazapado y expectante acaricia la idea de que será llamado como el nuevo mesías que solucione los muchos problemas que nos afligen.
De noche sueña con la figura de De Gaulle volviendo de su retiro pero por la mañana se mira en espejo y ve que no está a la misma altura.