Desde el principio se sospechó de la implicación del Kremlin en la campaña norteamericana para contribuir a la derrota de Hillary Clinton. Con el tiempo se han ido descubriendo más datos y hoy parece claro que se produjo esa injerencia.
Vamos conociendo a una familia que se muestra como un auténtico “gang” defensor de su imperio económico sin reparar en medios.
El tándem TrumPutin se consolida con firmeza y cabe pensar que sea el dinero el vínculo que une a dirigentes de países que tradicionalmente han mantenido una relación hostil o fría.
Sólo queda esperar un razonable “impeachment” y que la primera potencia del mundo vuelva a estar en manos de alguien sensato, republicano o demócrata, pero sensato. Que así sea.