La matanza de Barcelona ha sido un episodio más de la locura yihadista surgida del islamismo. Culturas estancadas que ya tienen respuestas para todo y niegan el progreso o el avance del conocimiento; una religión que nació queriendo imponerse por la fuerza y eliminando a quienes no la profesan. Son, sin duda, el peor enemigo de Occidente.
No nos enfrentamos a otro Estado o a un ejército regular. Son desgraciados sin oficio ni beneficio, descerebrados y fanatizados fáciles de reclutar que ofrecen su propia vida.
De nada sirven velas y violoncelos; nada puede la cordura donde impera la locura. Serían necesarias medidas más duras e impopulares.
Nosotros discutimos, algunos justifican sus asesinatos; ellos nos matan cuando quieren, donde quieren, como quieren. Nuestra debilidad es su fortaleza.