Este verano hemos oído insistentemente una palabra que era desconocida por estos lares: turismofobia.
A violentos grupos antisistema de Cataluña y el País Vasco- curiosa coincidencia- les ha parecido adecuado atacar instalaciones turísticas para mostrar su odio contra todo lo establecido. Naturalmente estos personajes y sus modos desacreditan cualquier causa que defiendan. Aunque el tema del turismo requiere una seria reflexión más allá de afirmar que es una fuente de riqueza.
Cada día son más las personas que viajan fuera de su país y buena parte de ellas viene a España. Habrá que arbitrar medidas para que no resulten degradados un ambiente o una ciudad (triste ejemplo el de Venecia).
Se podría empezar por erradicar ese turismo de borrachera vomitivo e insultante que vemos en muchas ciudades.
Dejando a un lado que los antisistema, como su propio nombre indica, hacen todo lo que contribuya a ir en contra del orden y a desestabilizar; sí se hace necesaria una regulación del turismo para que éste sea razonable y armónico con la vida cotidiana de los residentes. El dinero es importante pero no es lo único importante. Exigir respeto y educación a los que nos visitan no nos viene nada mal como país.
Ese en uno de los retos importantes que nos esperan y a los que nuestros líderes políticos deberían estar haciendo frente.Mecanismos previsores antes de que sea tarde.Pero,desgraciadamente,están en otros menesteres y no hacen mas que enrarecer el ambiente y cargarlo de tensión.
Una pena.