Los resultados electorales de los partidos socialistas en Grecia, España, Francia y Alemania son muy decepcionantes.
Al margen de las peculiaridades de cada país, parece que es la propia socialdemocracia la que se encuentra herida de muerte o, al menos, seriamente tocada. Es como si, una vez logrado el Estado de Bienestar, le costase trabajo delimitar su espacio y fijar nuevos objetivos capaces de atraer a los ciudadanos.
La relación Estado-mercado, el tamaño de lo público y lo privado, la generación de riqueza y su adecuada distribución son temas que requieren un análisis profundo. La tibieza al tener que cumplir con la ortodoxia económica que impone la UE da alas a otras fuerzas políticas más a la izquierda y, sobre todo, abre puertas a oportunistas y demagogos.