Tiene su atractivo psicológico pensar si no habría sido mejor actuar de otro modo en determinada situación. Un ejemplo amplio sería pensar en el cambio de la forma del Estado y qué haríamos en una República que no podamos hacer ahora en una Monarquía parlamentaria.
Y más curioso resultaría saber qué piensan esos intelectuales estadistas de la CUP que viven obsesionados con la palabra “república”. Tal vez creen que una República les permitiría abolir la propiedad privada, crear una banca pública o estructurar la sociedad sin la existencia de la familia, en plan comunal.
Y estos han sido elemento clave en la génesis de la locura catalana.
Otra genialidad suya es amenazar con sacar de los traidores bancos catalanes sus grandes fortunas. Olliú y Fainé estarán temblando.