Asombrosa su capacidad predictiva: “Con Pujol noté que se rompía una etapa de esplendor y se iniciaba una que nos conduciría a la ruptura de la comprensión, el buen entendimiento y los acuerdos; nos sumiría en tiempos tristes y desgraciados para el país”. En ese tono sigue, pronosticando lo que hoy es una funesta realidad.
A partir de ahí Pujol y CIU empezaron a robar y chantajear, siendo consentidos por los demás. Con el tiempo y su propia decadencia fueron acentuando la deriva separatista hasta caer en manos de radicales irresponsables que ponen y quitan a su antojo.
Hoy han creado el mayor problema al que nos enfrentamos desde la Transición y habrá que ver cómo salimos de él.
Han pasado 40 años. De un presidente honorable a uno miserable.