Ha prolongado su vida más allá de lo que parecía augurar su enfermedad y lamentablemente ha muerto con 76 años.
Ha sido un magnífico ejemplo de un “yo” sobreponiéndose siempre a su “circunstancia”. Desde su aparente pequeñez ha logrado que se conozca y comprensa mejor el vasto universo.
Con un espacio-tiempo reales muy limitados vivía en un espacio-tiempo conceptuales infinitos.
Stephen Hawking ya figura entre los mejores de la Astrofísica y entre los grandes de la ciencia. Siempre será el mejor símbolo del poder de la constancia, de la rebeldía de un poderoso cerebro que se alojaba en un débil cuerpo, de la autonomía de la razón frente a la total dependencia física.
Su “Breve historia del tiempo” perdurará.