Es la palabra clave y ciertamente no resulta fácil precisar, delimitar el concepto que expresa. Algunos jueces tienen pesadillas nocturnas con ella.
Ahora tenemos unos ejemplos en los que resulta determinante decidir si se ha empleado o no y, en función de ello, las penas correspondientes.
Si Puigdemont y Cía emplearon violencia cometieron el delito de sedición; si los cerdos de la manada fueron violentos cometieron una agresión sexual, no abuso. Y el debate llega hasta la UE y la ONU.
No podemos circunscribirla al uso de la fuerza física. Esa es una forma de ejercerla pero no la única.
Los legisladores tendrán que hilar fino en su definición y los jueces interpretar con más flexibilidad los textos.
Los ciudadanos no nos merecemos ni manadas ni provocadores secesionistas.