No se debe actuar en política, mucho menos formar gobiernos, buscando sólo el efecto mediático porque piensas que se traducirá en votos.
Pedro Sánchez ha nombrado un gobierno impecable y solvente. Pero desde el principio la figura más controvertida ha sido el ministro de Cultura y Deporte. Lenguaraz aficionado a los tuits con los riesgos que eso comporta, casi desprecia el deporte que tiene que gestionar; ya era empezar con mal pie.
Ahora se descubre que defraudó a Hacienda y tiene una sentencia condenatoria; se esfuerza en justificarlo diciendo que otros lo hicieron pero… “aunque el defraudador se vista de seda, defraudador se queda”.
Son motivos suficientes para cesarlo e impedir que lastre a un gobierno que tiene retos importantes por delante.