“Viva el Betis manque pierda”, dice un hincha sevillano y “viva el gasto aunque cueste”, dice un trasnochado socialista.
El concepto de gasto actúa como un imán para quienes se dicen de izquierdas; hablan alegremente de él como si no existiese una obligada correlación con los ingresos y rápidamente lo resuelven amenazando con subidas de impuestos, a pesar de que se inicie una desaceleración económica y pongas en peligro la inversión. Por no mencionar que hoy las principales variables de la política económica se fijan (las fijamos) en la UE y se deben cumplir los compromisos.
Uno de los retos de la Socialdemocracia es definir su modelo fiscal. Desde luego pensar que el dinero público no es de nadie y querer contentar a populistas no parece el mejor camino.