De vida y de muerte, camas y tumbas, colchones y lápidas. Al presidente le están amargando el final de legislatura.
Su primera decisión personal de cambiar el colchón en la Moncloa (que ya estaba cambiado) ha sido motivo de burla.
Su primera medida política de exhumar a Franco en plan bravo, unilateral y electoralista, tampoco le va muy bien y tendrán que resolver los tribunales de Justicia.
Es buena ocasión para que los partidos que se dicen democráticos solucionen el tema del Valle de los Caídos, donde sobra hasta la cruz que no simboliza allí precisamente el amor fraterno.
Otra losa de la que no se libra Sánchez es la que suponen sus apoyos partidistas que, según parece, podrían reeditarse. Este sería el peor de los temas mal resueltos porque las consecuencias las pagamos todos