Si algo o alguien, por muy negativo que resulte, es fruto de la voluntad de otros, tiene sentido preguntarse dónde radica la mayor parte de la culpa.
Los dos ejemplos más señeros, y primos hermanos, son Trump y Boris Johnson, ese par de energúmenos mentirosos y trapicheros que ponen en jaque a la UE y al resto del mundo. Pero algo habrá que decir de quienes los hacen posibles, creen sus mentiras y los eligen democráticamente.
Ahora en Argentina se disponen a repetir el retorno peronista, el populismo facilón para consolar al pueblo por las consecuencias que provocan los problemas que ellos mismo crearon con su incompetencia y corrupción.
Los seres humanos siempre somos responsables de algo ante alguien. Pero muchas veces actuamos sin ser conscientes de nuestras decisiones, no deliberamos lo suficiente. Y luego nos quejamos.