Yo creo que a partir de los 50 años la capacidad que más ponemos en juego es la memoria y el mayor sentimiento es la nostalgia.
Los aniversarios son buena prueba de ello, una ocasión ideal para movilizar nuestras dos grandes áreas psíquicas: la cognitiva y la afectiva.
El pasado sábado nos brindó a muchos un gran ejemplo. El Instituto J. Ibáñez Martín cumple 75 años y por esa razón se presentaba en el Salón de actos un libro de José Quiñonero Hernández sobre su historia.
Todo resultó tan agradable y entrañable como cabía esperar.
El Instituto padecía cierta orfandad, nadie había narrado su historia. Ahora, gracias a Pepe, ha quedado plasmada en un magnífico libro. Y nos la cuenta de ese modo maravilloso que es propio de él.
Cualquiera que haya pasado por sus aulas debería leerlo.