Bienvenido sea todo aquello que sirva para que se hable del cambio climático y se tome conciencia del mayor reto al que nos enfrentamos.
La niña sueca Greta Thunberg inició una campaña de denuncia que pronto alcanzó una dimensión inusitada y la llevó hasta la Asamblea de la ONU, donde reprendió a todos los gobiernos con ese rictus característico que no ayuda mucho a crear una imagen agradable; parece que encaja mal el excesivo protagonismo que le confieren los medios.
Empezó siendo elogiada unánimemente y en poco tiempo ha pasado a ser enjuiciada de modo negativo por muchas personas, organismos y periódicos. Hasta el delegado del pueblo indio ante la ONU la ha criticado porque cree que sólo sirve para desplazar el interés de aquellos puntos en los que realmente debería centrarse esta lucha.