La formación del nuevo gobierno no tiene precedentes en nuestra historia reciente. Eso sólo ya lo convierte en un fenómeno singular donde todo será mirado con lupa.
Además, las circunstancias que lo han hecho posible y las fuerzas que lo integran le añaden singularidad al caso.
Lo fácil es pronosticar relaciones tensas, contradicciones y una legislatura corta. Pero con ese juicio ya cuentan los implicados y es seguro que se esforzarán por evitarlo. Saben que no pueden hacer la política económica que requerirían sus objetivos, que van a ser vapuleados por la oposición, que son observados por la UE como caso experimental (aunque en Europa sea moneda común).
Tendrán que hilar fino y elevar al máximo su capacidad de negociación. Es un reto apasionante que pone a prueba a los partidos. Pero conociendo a los protagonistas no existen muchas razones para el optimismo.