Se ha formado un amplio gobierno con cuatro vicepresidentes (que ya resulta insólito) formalmente, pero en realidad son cinco y el número uno no es el rojo de la Navata sino el gurú de Pedro Sánchez, Iván Redondo, el hombre que más poder acumula porque a la jefatura de gabinete le ha añadido competencias en comunicación, economía y seguridad nacional.
El presidente le debe mucho: le señaló la oportunidad de la moción de censura, diseña sus estrategias, ayuda a mantener dividida la derecha y a demonizar a Vox para atraer el voto del miedo.
Es paradójico que pese al despliegue de ministerios y altos cargos no haya cubierto esas áreas y tenga que recurrir a su hombre de confianza. Así eleva su propia capacidad de actuación con menos control parlamentario. Una prueba más del personalismo cesarista con el que ejerce Don Pedro.