Los motivos que guían a Pedro Sánchez están ya suficientemente claros ante la mayoría de los españoles. Frío, rencoroso y vengativo no perdona a quien se interponga en su camino o lo contraríe.
Ha barrido prácticamente a todos sus enemigos, pero le queda una pieza por cobrar, su gran objetivo, Susana Díaz, derrotada en unas primarias y atrincherada en su feudo andaluz. Últimamente
hacía gestos amigables, pero no es suficiente, su cabeza tiene que rodar (y más tras el escándalo de los ERE).
Sus allegados deberían aconsejarle que se rinda de una forma pactada y con cierta dignidad. Si no lo hace la echarán a patadas y tendrá que soportar traiciones de todo tipo por parte de quienes hasta hace cuatro días eran sus apoyos, pero ahora siguen al poder en búsqueda del sol que más calienta (para mayor indignidad del PSOE).