Continúa Pedro Sánchez decidido a conseguir sus objetivos sin reparar en medios, aunque sea provocando. Un ejemplo palmario es la designación de la Fiscal General del Estado eligiendo a una mujer quemada en el Ministerio de Justicia, muy mal valorada en ámbitos judiciales, considerada no idónea por el Consejo General y reprobada varias veces en el Congreso (¿se puede pedir más?)
Dolores Delgado es íntima amiga del poco independiente juez Garzón, compañera de sobremesa y copas de esa rata de cloaca que es el inspector Villarejo, insulta a un ministro que se sentaba con ella los Viernes en la Moncloa y señala a algunos magistrados como pederastas. Ya dice ella que es “una fiscal de trinchera”.
Con ese bagaje es elegida para un cargo tan significativo. Quien la nombra sólo busca utilizarla como cabeza de puente para seguir minando el único poder que se le resiste: el judicial.