Se han convertido en ese oscuro objeto del deseo. Pronto hemos caído en su uso y abuso porque el miedo es libre y nos lleva a comportamientos poco racionales. Ojalá amaine pronto esta tormenta del coronavirus y dejemos de padecer el cuasi terrorismo informativo al que nos someten los medios. En realidad, deberíamos emplearla para aislarnos de otros muchos fenómenos que empiezan a ser nauseabundos. Que cada cual elija los ejemplos que quiera, pero yo creo que en tres o cuatro casos estaríamos de acuerdo.
Si nos ponemos muy reflexivos también utilizaríamos con frecuencia tapones para los oídos y antifaces. Acabaríamos imitando la famosa imagen de los tres monos. Ni ver, ni oír, ni hablar. Nos queda el falso consuelo de seguir haciendo oídos sordos y la vista gorda de vez en cuando.