El estado de emergencia está desvelando comportamientos curiosos. Ahí está el joven Iglesias (que se salta la cuarentena para acudir a una reunión, logrando así ser el protagonista de la noticia) mostrando un furor nacionalizador descomunal.
La Sanidad privada pone todos sus medios al servicio de la pública, pero él quiere nacionalizarla; la Banca ofrece garantías de liquidez y facilidad de crédito, pero él quiere nacionalizarla; desde todos los sectores llegan ofertas de medios y personas, pero él lo quiere todo intervenido.
Pretende eliminar la palabra “privado” del sistema productivo. Él aprendió en sus libros que no hay que dejar nada a la libre iniciativa del individuo. En realidad, el estado de alarma ya implica que todo pasa a ser controlado por el Gobierno, pero no parece bastarle, aunque sea vicepresidente.
Tal vez sea que tiene que hacer estos aladres para satisfacer a sus patrocinadores.