Ninguno de los retos que nos plantea este nuevo virus resultará fácil y pensar lo contrario sería pecar de ingenuidad o de excesivo voluntarismo.
El más importante es el estrictamente sanitario. Sólo cabe desear que pase el tiempo, que se encuentre la vacuna y mientras tanto se suavice la curva para evitar el colapso hospitalario y sus terribles consecuencias. La ciencia tiene la palabra y nosotros la esperanza.
También es relevante el problema psico-social que plantea el modo de enfrentarse a la pandemia. Son muchas las formas de ser, estar, vivir que quedan de pronto educidas al confinamiento.
Demasiada heterogeneidad atrapada en una fórmula simple: aislamiento y prohibición de todo contacto social. Para mucha gente estará resultando muy duro, pero la inteligencia y la solidaridad nos conducen a la aceptación de las medidas que se adoptan.