Vistas las desgraciadas consecuencias que deja a su paso el coronavirus tal vez tenga poco sentido la búsqueda de culpables; si acaso, serviría para evitar comportamientos indeseables en casos futuros (que los habrá).
Ya en el paso de animal a humano encontramos alguna conducta alimentaria reprochable. A partir de ahí, con el contagio en marcha, los responsables pasan a ser las autoridades sanitarias y, especialmente, los dirigentes políticos. Su modo de enfocar la pandemia y las medidas adoptadas serán decisivos para determinar éxitos o fracasos, muerte o supervivencia.
A esta altura habrá que fiarlo todo a la investigación científica y al paso del tiempo.
Cuando hayamos superado la crisis no sé si todos los que han tenido la responsabilidad de tomar decisiones recordarán el proceso con la conciencia libre de culpa, sin sombra de autocrítica o arrepentimiento.