Los Kioscos de prensa han sido siempre para mí un espacio singular y apreciado desde que en la infancia, ya demasiado alejada, era el “encargado” de comprar el periódico para mis padres.
Siempre ha habido uno cerca de donde vivía y he tenido buena relación con sus dueños. Ahora, confinado afortunadamente en el campo, tengo que recorrer 13 km. para llegar al más cercano y allí me atienden tras una improvisada mampara, con mascarilla y guantes. Aprovecho para rendir mi particular homenaje a la kiosquera, una mujer inteligente, resuelta y amable; una trabajadora esencial porque esencial es el servicio que nos presta, el bien que nos proporciona.
Contra lo que yo pensaba, me dice que vende más periódicos estos días y ensalza la fiabilidad de la prensa escrita frente a otros medios más manipulados según ella.
(No sé por qué la palabra kiosco me gusta con “k”)