Aceptada ya como verbo, significa hacer algo en común, de mutuo acuerdo. Sólo oímos esa palabra en relación con la deuda soberana y siempre en sentido negativo porque a esa “mutualidad” en la emisión de deuda se oponen los fríos e insolidarios países del norte.
Deberíamos acostumbrarnos a aplicarla en el ámbito político y en cualquier circunstancia. Pero es que ahora, en plena crisis sanitaria y económica, resulta de obligado cumplimiento, igual que si fuese un precepto constitucional.
Hay decisiones muy difíciles como el equilibrio entre actividad económica y salud, la salida o no de los niños a las calles, la articulación del fin de curso, los criterios para elaborar la estadística del dolor y la muerte, etc. ¿No será mejor tomarlas de común acuerdo?
De no hacerlo resulta lógico que oposición y presidentes de Comunidad, informados sólo por la prensa, reaccionen airadamente.