Hay imágenes que ya permanecerán siempre en quienes vivimos esta terrible pandemia. Una de las más destacadas será la de Fernando Simón, autoridad y portavoz sanitario.
Al asociar su figura con algo perjudicial se produce un efecto de condicionamiento que te lleva a valorarlo negativamente.
Lo cierto es que, hechas estas consideraciones, me sigue pareciendo un personaje muy criticable, por el fondo y por la forma (un buen amigo lo tilda de impresentable y melifluo).
Erró seriamente, frente a otros, al pronosticar la malignidad potencial del virus, dio consejos contraproducentes y contribuyó a que permaneciésemos con la guardia baja en la primera fase, la más decisiva.
Y en cuanto a su aspecto, no vale el argumento de que cada cual viste y aparece como quiere. Por respeto a los demás tiene que guardar formas propias de su entono sociocultural, lo que se espera de una autoridad representativa en ciertos momentos.