El rojo por antonomasia, profesional de la provocación, está ofendido porque le han recordado el pasado revolucionario de su padre y ve golpes de Estado por todas partes; como si su labor no fuese la de golpear continuamente al Estado.
Tiene toda una hoja de ruta y la sigue, especialmente desde que dirige un minigobierno neocomunista y usa como brazo ejecutor a Pedro Sánchez que está a su merced porque para colmar su ambición depende de los diputados de Podemos.
Su gran sueño sería proclamar una República Federal con el Estado adelgazado en favor de las CCAA, un débil aparato productivo con predominio del sector público, abundantes nacionalizaciones, impuestos confiscatorios, el caramelo de la renta básica, etc.
Lo suyo no es el golpe militar sino la erosión continua que acaba con la democracia. Esa es su función y conoce muy bien un modelo en el que participó activamente.