El clásico debate entre socialdemocracia y liberalismo sobre el papel del Estado en la economía de un país pierde fuerza (si es que no desaparece) en determinadas situaciones.
Sin duda una de ellas la ha provocado esta pandemia y sus perniciosos efectos socioeconómicos.
El Estado tendrá que servirse de todos los mecanismos que posee con sus Presupuestos y su Política Fiscal. El gasto, y por tanto la deuda, crecerán. La cuestión estriba en apoyar sectores estratégicos, tipo turismo o sector automoción, evitando incurrir en estupideces como aquella del cheque-bebé o la frivolidad de pagar campañas publicitarias de autobombo con capítulos insultantes.
Todo será poco para incrementar la demanda, no se logrará el pleno empleo, pero bienvenido sea todo lo que contribuya a mitigar los duros efectos de esta crisis.
Un gobierno serio y unos partidos responsables ayudarían mucho.