En USA se disputan la presidencia dos candidatos con los 70 años cumplidos, el republicano tiene 74 y el demócrata 77(abandonó otro que tenía 78), edades que rebasan las habituales.
A ver si van a ser los norteamericanos quienes recuperan aquel espíritu clásico, grecolatino, que valoraba la experiencia como un activo importante y creó instituciones que tenían auténtico poder.
(El impresentable Trump rompe la norma de que la edad aporte serenidad)
En España se invierte la pirámide, nuestros líderes son bastante más jóvenes y hasta hace poco alguno insinuaba que la veteranía era inconveniente para administrar lo público.
No tiene sentido plantearse la disyuntiva juventud o vejez; es más razonable exigir otras capacidades y cualidades como puedan ser vocación pública, honestidad, entrega y, sobre todo la inteligencia que los hará prudentes si son jóvenes y les habrá permitido mejorar con la experiencia si son mayores.