GUERRERA
Madrid es siempre una plaza ambicionada por todos los partidos políticos. Ese “rompeolas de todas las Españas” que dijera el poeta parece tener un valor simbólico especial.
Ahora el PP acapara el poder, Ayuntamiento y Comunidad, y desde allí ejerce con fuerza la oposición al Gobierno central, desarrolla una auténtica “batalla de Madrid” evocadora de otras terribles que se vivieron.
El alcalde es más condescendiente, la presidenta más contundente.
Esta mujer es inquietante y desconcertante, con un signo de interrogación por emblema. Entre pueril y sofisticada, una mirada dulce o severa, preferencia por el blanco y el negro, declaraciones absurdas o bien construidas.
De momento su modo de combatir la pandemia, obcecada frente al Gobierno (o al revés) parece darle buenos resultados sanitarios y electorales. Para colmo, tiene en su interior un vicepresidente traicionero que espera ansioso su oportunidad.
Fernando Martínez Serrano 2-11-20