Cuando París era un villorrio en Córdoba había alcantarillado, iluminación y sistemas de riego. Durante el siglo X en Al-Andalus florecían la poesía, la filosofía o las matemáticas; un nivel cultural impensable en el mundo cristiano. Todo ello dentro de un ámbito islámico, con Abderramán III como califa.
En el siglo XXI un despiadado asesino, al-Baghdadí, se autoproclama califa del Estado Islámico en Oriente Medio. Lo hace decapitando rehenes, crucificando a quienes profesan otra religión o enterrando vivas a las mujeres. El terror en estado puro. ¡Cuántas barbaridades en nombre de Alá!
Habría que articular una fuerza internacional efectiva que nos libere de este horror que se expande.