Cuando el pueblo elige a sus héroes no es fácil atreverse a criticarlos. Pero el ser humano es el único capaz de analizar racionalmente la realidad, sin sentimentalismos.
Ahora que se ha salvado hay que decir que Teresa Romero cometió errores. Independientemente de los fallos del protocolo o las impresentables declaraciones del consejero madrileño, su comportamiento tras el contagio no fue el adecuado; ni debió acudir a la primera cita médica sin identificarse ni debió ir a la peluquería para depilarse (¿Qué pensarán de ella las dos peluqueras?).
Sería deseable no verla asociada con abogados carroñeros en busca de beneficios o cobrando exclusivas por contar su desventura. Hay modos más dignos de afrontar la desgracia.