Hay comparaciones que resultan inevitables: Juan Pablo protegió a Maciel, fundador de los legionarios de Cristo (¡vaya nombrecito!) que era drogadicto y depredador sexual con niñas y niños, pero su congregación crecía y aportaba dinero/ Francisco arremete contra la pederastia y levanta el escándalo del clan granadino que, por cierto, era conocido y silenciado por ese obispo que se tumba en el suelo pidiendo perdón.
Juan Pablo viajaba a África, besaba la tierra y ofrecía consuelo espiritual prometiendo la igualdad en la otra vida / Francisco viaja al corazón de Europa y defiende en el Parlamento europeo la dignidad humana pidiendo que se luche contra la desigualdad sangrante y creciente que impera en el mundo.