Para ser el oficio más viejo del mundo parece mentira que siga viviendo en el limbo de la indiferencia y la alegalidad. Nadie se atreve a enfrentarse con ella de un modo decisivo hasta lograr encuadrarla en un marco normativo adecuado como ocurre con casi todo lo que hacemos en sociedad.
Aún subsisten un fuerte tabú sobre el sexo y una clara hipocresía cuando estamos ante algo que nos incomoda.
Nunca se acabará con ella porque es un alivio para muchas soledades, frustraciones, fracasos conyugales o simplemente permite la obtención fácil de placer.
Mejor será encarar el tema, propiciar un debate multilateral con los sectores implicados y trasladarlo después al ámbito legislativo.