Puro y duro el que practican los países europeos con el fenómeno de la inmigración. Nadie quiere levantar la cabeza y encarar seriamente un problema que se ha agudizado porque a los que huían del hambre buscando pan se han sumado los que huyen del terror buscando paz.
Acongojados por unos informativos que diariamente nos inyectan en vena su ración de tragedia con imágenes- preferentemente de mujeres y niños -pero sólo reaccionamos cuando nos toca de cerca y con medidas ineficaces, paliativas.
El tema es duro y complejo. Precisamente por eso requiere una voluntad decidida y concertada para abordar sus múltiples causas, sabiendo que sólo es posible regular lo inevitable. Cualquier cosa menos mirar para otro lado.